Después de 4 años en Tercera, 8 en Segunda B y 12 en Segunda… el Real Oviedo vuelve, por fin, a donde siempre ha pertenecido: la Primera División.
Un ascenso que no es solo de un equipo es de toda una ciudad.

¡Esti muertu ta muy vivo!
Les dieron por desaparecidos, por acabados. Pero el Oviedo nunca estuvo solo. Porque cuando más se le necesitó, ahí estuvo su gente. Fiel, sufridora, incondicional.
“Yo no abandoné al Real Oviedo en Tercera División”, decían y con razón. Los que siguieron en el barro y vieron a su equipo casi desaparecer ahora lloran de alegría. Porque esto no va de ganar, va de pertenecer.

Oviedo es una ciudad entera vestida de azul.
Es un sentimiento que se hereda.
Es orgullo, valor y garra.

Este ascenso no lo firman solo los que juegan. Lo firman también los 30.500 aficionados que llenaron el Carlos Tartiere. Lo firman los 217.164 habitantes de Oviedo, que nunca dejaron de creer. Lo firman los que siempre apoyaron a su equipo pero ya no están. 

Después de 24 años, toca soñar despiertos. Porque tocasteis el cielo. Y esta vez, sí, es real.

¡Hala Oviedo! Con pasión.
¡Hala Oviedo! Con cojones.

Carbayones, volvimos.
Volvimos, carbayones.